El panorama político colchagüino tiene características muy propias que lo hacen diferente de cualquier otro. Aún estamos abocados al viejo problema de derrocar a la ciudadela histórica que componen ciertos partidos tradicionales, que todavía permanecen casi incólumes como en los añejos tiempos de la Colonia.

En realidad se ha progresado muy poco. El electorado, muchas veces sin ninguna responsabilidad, ha hecho cundir el mal del cohecho hasta tal punto que hasta ciertos equipos populares tienen que echar mano de esta inmunda herramienta que se permite en nuestra democracia como factor decisivo en cada elección.

Los partidos de izquierda y de centro caen cada vez en los mismos errores. Los culpables del atraso gigantesco de nuestra provincia ya tienen otros abanderados: ciertos partidos de centro o de izquierda que permiten “dejar hacer las cosas”, aduciendo para ello ciertas consignas de tipo nacional sin que importe con ello hundir en un abismo a las fuerzas progresistas que sólo ansían unirse para dar la gran batalla.

Después vendrán las lágrimas y los sollozos mujeriles, pero ya habrá que esperar una nueva elección. Preguntamos: ¿por qué no existe una lista que reúna a social-cristianos, radicales, frapistas y agrario-laboristas? ¿Por qué? Esta unión, que significaría un sólido frente contra la reacción, ha sido desechada. Desechada porque ha primado un espíritu mezquino sin la más mínima realidad patriótica. Aún no superamos la más elemental etapa para hallar el verdadero camino político-social que desembocará en brillante progreso para la provincia.

La testarudez de algunos dirigentes, sofocados por maniobras estúpidas, hacen perder a nuestra Colchagua la posibilidad de elegir dos diputados que no pertenezcan a la bancada de la derecha. Por eso decimos que se han agregado otros culpables al triste destino colchagüino.

Hay demasiada prisa para sepultar de nuevo las esperanzas, demasiado encono, demasiada revalidad, mucho sectarismo, mucha indiferencia y muy poco sentido del deber que se cierne sobre los hombres que luchan por nuevos horizontes en la provincia.

¿Definir quiénes son los culpables? No hay necesidad. Todo el mundo lo sabe y hay quienes, a sabiendas, pueden acompañarlos. Sería un crimen imperdonable que, a la postre, tendría su castigo ejemplar ante la reacción del pueblo, y muy luego en lo que se llama simplemente electorado.

Los que no propician la unión férrea de toda la izquierda y centro en Colchagua son simplemente traidores a la causa común. Como tales hay que tratarlos. Decírselos fuerte para que todo el mundo lo escuche. Después tendremos tiempo suficiente para analizar mejor estas medidas y condenarlas con mayor decisión.

Comentarios