Mañana es un día muy especial para la república. Se renueva toda la Cámara joven y la mitad del Senado, es decir, aproximadamente un 75% del poder legislativo. A través de todo el país las campañas políticas han tomado un ritmo inquieto y nervioso, a veces histérico. Los móviles de propaganda más modernos han tomado cuerpo en una carrera desesperada por hacer triunfar tales o cuales candidatos. Juegan sus papeles también las sucias maniobras que han convertido a la política en politiquería. Sin embargo, nuestra democracia, por ser democracia permite que esto se realice, mientras los hombres no se identifiquen aún con los principios de moral que debe acompañarlos en todo orden de cosas.

Nuestra provincia de Colchagua, bastión de la reacción, última atalaya de la derecha, nuevamente se transforma en un enorme mercado de conciencias. Una feria libre, donde tanta culpa les cabe al comprador como al vendedor; este último todavía no entiende que rebelarse no es precisamente ser comunista, sino que atender a la propia capacidad de hombre que se lleva en sí, porque detrás están la mujer, los hijos, la madre, con quienes existe un deber innegable de darles una posición de vida más justa, más humana. Es la responsabilidad de macho que nos cabe frente a los problemas generales de nuestro hogar, del pueblo donde vivimos, del país donde hemos nacido. Nada de esto parece comprender la triste y ridícula figura del “cordero”, porque aún permanece creyendo que este asunto de las elecciones es una fecha más que debe aprovecharse normalmente, como la Navidad, el Año Nuevo, el 18. Para colmo de regalías les dan algunos miserables billetes… ¿qué más? Después se puede decir con olímpica desfachatez: “A mí me convence la política”. Tal existencia de “pájaros” es la culpable de esta situación de cosas, por eso hay que combatirla con denuedo y decisión.

Sin embargo, no debemos quejarnos del todo. Algo hemos avanzado. El bastión reaccionario comienza a trizarse. El agudo filo del marxismo los ha tenido en jaque mucho tiempo, a pesar de las persecuciones, los despidos, etc.. Pero hoy les ha venido encima una nueva y potente arma que los tiene atrincherados y durmiendo con un solo ojo: el social-cristianismo. A estos no los pueden llamar bestias ateas porque éstos disputan con principios las normas de Jesús, y es indudable que en ese terreno tendrá que ceder por fin el castillo, caerse sus muros con mucho estrépito, con lo cual habremos ganado de la batalla.

Empero mañana es día de combate, bien lo sabe la derecha, por eso ha lanzado por todos los caminos de Colchagua a sus negreros para practicar el engaño en masa, para practicar la amenaza convertida delicadamente en cohecho, término que hasta en la Biblia aparece con caracteres espantosos. El Guerrillero, que desde un principio se ha mantenido firme en defender los legítimos intereses del pueblo, llama la atención de sus lectores repartidos en toda la provincia para que mediten sobre esta grave burla que otra vez se cierne imponente sobre Colchagua.

Pensemos por un momento que tenemos en nuestras manos el propio destino y el de nuestros hermanos. Nos atrevemos a aconsejar que es necesario castigarlos con la misma herramienta, recibiendo esa gratificación y sufragando luego por quien creamos necesario. Será éste el pago mínimo por los siglos de atraso en que estamos, traducidos en un récord de analfabetismo, de desnutrición, con un sistema de injusticias y de oprobios que ya está bien terminar. Enseñémosles hasta dónde podemos rebelarnos en procura de una mejor vida, de una mejor situación para nuestros hijos, de un porvenir más amplio para nuestros nietos.

Seamos hombres. Ahora hay necesidad de demostrarlo con aquel poder innato de nuestra raza, de luchar hasta el fin. Hagámoslo, porque entonces sí podemos llamarnos con legítimo orgullo ¡ciudadanos de Chile!

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