Chile está viviendo una etapa histórica del fútbol nacional, que Argentina, pese a su superioridad, aún no lo ha logrado en la forma brillante que es de desear. Esto es descentralización del popular deporte. La División de Ascenso ha logrado inquietar en tal forma a las provincias que el fútbol se ha hecho carne en ciudades en que jamás existió un entusiasmo verdadero por el deporte del balompié. El caso de Quillota, Rancagua, Talca, Curicó, Linares, Los Andes, La Calera, San Fernando, etc., es una demostración clara y concluyente que nadie puede negar.

En esta forma, a través de toda la larga y difícil geografía chilena, el fútbol está adquiriendo un movimiento inusitado capaz de ir transformando ciudades ante su arrollador desenvolvimiento.

Esto es lo que ocurre en nuestra ciudad. Somos los convencidos de que San Fernando va a aumentar en un porcentaje considerable su progreso, ya que a parejas con el delirio del fútbol está el deseo inminente de que esto se traduzca en gloria para los colores de la ciudad. Esto que a simple vista es sólo entusiasmo tiene en sí un valor intrínseco maravilloso, porque una de las razones de nuestro atraso colonial se debe a cierta antipatía de los propios habitantes con su ciudad. ¿Y ahora? Esta euforia coloca a San Fernando en una posición privilegiada y no dudamos que esto signifique un adelanto evidente en todo orden de cosas, ya que el amor por la ciudad ha transformado a cientos y cientos de ciudadanos ante el milagro atómico del fútbol.

En San Fernando esto es claro y nítido. Los frutos ya se están viendo y casi tocando. El domingo pasado tuvimos oportunidad de ser testigos de un hecho que nos sacudió profundamente. Llegamos en reparadora camioneta al estadio municipal a conocer directamente si se jugaba o no con Unión Calera, ya que el tiempo inclemente hacía llover tupido y con viento como es característico en esta zona. Antes, el mismo encuentro se había suspendido dos veces por la misma causa. Sin embargo, alrededor de sesenta hinchas estaban allí bajo una lluvia intensa, mojados bajo los raquíticos paraguas pero con el corazón palpitante ante la lejana posibilidad de que en esas condiciones el Club Deportivo San Fernando se hubiera trenzado con Unión Calera. Tales hechos nos impresionaron. El sacrificio era parte innegable del afán deportivo… ¿por qué no entonces en todo lo que se refiere a progreso en la ciudad?

Pequeños muchachitos corrían bajo la lluvia mientras los adultos, reunidos ante la puerta central del estadio, interrogaban a medio mundo sobre el partido. La chaqueta y pantalones empapados, el sombrero destilando agua por los bordes, el paraguas como un colador. Los zapatos como dos balsas pero el corazón tibio y palpitante como si un sol primaveral estuviera en el medio de un cielo azul y claro.

Por todo esto creemos que se acercan nuevos días para San Fernando con la incorporación de su fútbol a la División de Ascenso, porque ello va a cumplir con la etapa por la cual está pasando el popular deporte en Chile. Sin ser optimistas comprendemos que, si al cabo de ciertos años logramos pasar a la profesional, el resultado será más amplio aún. Nuestra ciudad tiene más razón que Quillota, por ejemplo, a lograr un mayor progreso con el fútbol porque estamos a punto como ciudad progresista de aprovechar los movimientos deportivos para nuestro engrandecimiento local.

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