Terminaron por fin las vacaciones. Un alivio, indudablemente. Conozco revolucionarios que hacen la revolución de marzo a diciembre. En enero y febrero, no compañero. De marzo a diciembre solamente. Y hay que esperar las vacaciones de invierno, que también son para uno, y los cuatro o cinco domingos del mes y los festivos. También los sábados en la tarde.

Flor de revolucionarios. ¡Dios los bendiga! Y cuando mueran los guarde en su Santo Reino. Mientras tanto, la oligarquía, la derecha, los reaccionarios, los momios no descansan. Precisamente en verano, la escalada del Congreso ha llegado a límites intolerables. Le quieren amarrar las manos al Gobierno para que no pueda cumplir lo prometido. Pretenden lisa y llanamente devolver las fábricas y los fundos. ¡Y los perlas en vacaciones! Aplausos.

Si echamos una mirada retrospectiva hacia el verano del año pasado, vamos a encontrar que las cosas han cambiado mucho. La Unidad Popular era potente, avasalladora. Daba gusto. Pero llegó la burocracia, el cuoteo, el sectarismo, llegaron los pinganillas y se fue a la cresta el entusiasmo. La Unidad Popular se ha desinflado en un año.

Cada día que pasa hay nuevas tareas, nuevas cosas importantes que hacer. Hay que reanimar los comités de base, los famosos CUP, hay que formar las JAP, hay que salir a la pelea con los arrendamientos, hay que vigilar que se reparta bien la leche, hay que combatir la burocracia, el sectarismo, la desinformación. Pero nos cansamos y tuvimos que salir a vacaciones y parece que llegamos más cansados.

No tenemos mucho tiempo. Esto no es chancaca de palta. El Gobierno popular dura sólo hasta 1976 y los años vuelan. Hay caballeretes que cuentan los años con los dedos y de los seis ya llevamos un año.

Un año pleno de realidades, en que el Gobierno popular ha cumplido, pero la Unidad Popular no. No ha peleado en torno a los objetivos del Gobierno. Concretamente, no moviliza las masas para respaldar cada paso trascendental que ha dado el Gobierno popular.

Y más de algún imbécil ha dicho “se están farreando el gobierno”. Y lo peor es que es cierto.

La Unidad Popular se hunde en el sectarismo. Cada uno tira para su lado. Nos gustaría contar muchas cosas, pero dejaríamos el despelote. Muchas cosas que, de saberse, nos espantaríamos.

La Unidad Popular aquí en la provincia está enferma y hay que sanarla, hay que remecerla. Concretamente hay que movilizarla para que pueda movilizar a las masas. Está bueno de farreos. Vamos a los coscachos ahora mismo y ¡punto!

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