Cuando el diez veces conspirador y sedicioso general Viaux se encerró en el Tacna y asomó en Chile el fantasma del golpe de Estado, la provincia de Colchagua tenía un Intendente demócratacristiano que se llamaba Juan Molina Arriagada. Buen Intendente. Nos llamó para decirnos si estábamos con la Constitución Política del Estado y con la institucionalidad del país. Le dijimos que sí y no tan solo de palabras, sino en los hechos y hasta las re-cachas, como dice mi amigo mexicano Cornelio García.

Esos días fueron de gran tensión y eso que ningún tanque había llegado hasta La Moneda, y Viaux haciéndose el cucho estaba encerrado dentro del Regimiento Tacna.

Elementos de la Democracia Cristiana me fueron a buscar para que anunciara los discursos en la Plaza de Armas, en un acto de respaldo al Gobierno de Frei legítimamente constituido. Allí estuve y allí estuvieron los representantes de todos los partidos de izquierda, poniéndose firmes al lado del Gobierno de Frei porque, finalmente, lo que se defendía era la Constitución y en ese momento no cabían diferencias políticas de ninguna especie.

Ha pasado el tiempo. Los tanques bombardean La Moneda, pero los demócratacristianos se olvidaron, pusieron de por medio los asuntos partidarios y la ciega oposición y vuelven a meterse en los bolsillos los buenos propósitos que solamente ayer patrocinaban. Hoy niegan al Gobierno el derecho de decretar Estado de Sitio y se acuestan a dormir siesta con la derecha, y a dormir de noche encatrados para secula seculorum en contra de un proceso que quiere sacar a Chile del subdesarrollo.

Nobleza obliga, dice un viejo refrán, pero la nobleza también se la metieron donde termina la columna vertebral. ¿Qué me hubieran dicho los demócratacristianos si esa noche yo me hubiera achaplinado y les hubiera dicho que no era para tanto, que aquello era un show? ¿Qué me habrían dicho Juan Molina y Pedro Romero? Los tiempos cambian pero los hechos se repiten. Lo cierto es que la izquierda en aquel entonces defendía auténticamente la Constitución y la Democracia Cristiana sólo defendía mantenerse en el Gobierno contra viento y marea.

Pero es bueno también tomar nota de las excepciones. Por eso, mi reconocimiento a Enrique León González, demócratacristiano genuino, que en una declaración pública optó por la Constitución y contra la guerra civil.

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