La oligarquía, que tiene los riñones en la mano luego de la erradicación del latifundio, revisó con desesperación la historia para buscar en el pasado la respuesta a la terrible interrogante que la tiene en estado comático.

Y se encontró con la traición a la patria y a la Constitución que sus antepasados hicieron en 1891, logrando derrocar en una incruenta guerra civil que costó diez mil vidas de chilenos, al Gobierno de José Manuel Balmaceda. Allí estaban todos los ingredientes necesarios para encontrarle el corazón a Chile y herirlo en lo más profundo.

Balmaceda y Allende son dos prohombres, ambos anti-imperialistas. El primero enfrentado al imperialismo inglés, mandador de aquella época; el segundo enfrentado al imperialismo norteamericano, mandador de esta época. Ambos presidentes lucharon con denuedo para salvar a Chile de la garra extranjera que apretaba y apreta sin misericordia nuestra economía.

Vuelve la oligarquía a tener su gran aliado para la traición: el Congreso con una mayoría reaccionaria, antipatriota, enceguecida por un odio de clase. Ambos congresos, el de 1891 y el actual con las mismas chivas, con los mismos chamullos de defensa de la libertad, de la democracia y de la cacha de la espada.

Imperialismo y aliados nacionales cuentan de nuevo con la prensa de derecha para orquestar, orientar y dirigir la calumnia, la mentira y la traición. En aquella época El Independiente, hoy El Mercurio.

En ese entonces las salitreras de Mr. John Thomas North, hoy la Braden y la ITT. Antes un carajo de la prensa como Zorobabel Rodríguez, hoy un Carneiro de La Segunda. En ese entonces un general de Ejército noble, leal y patriota Orozimbo Barbosa asesinado, hoy otro general noble, leal y patriota Schneider asesinado. En esa época un arzobispo, mandamás de la Iglesia, interviene con un llamado a la paz que la oligarquía se mete al bolsillo, igual que ahora con el llamado del cardenal.

¡Descueve, dijo la oligarquía, y trata de calcar el pasado en el presente para derrocar a Allende como lo hicieron sus abuelos con Balmaceda!

Pero hay un pero. A Balmaceda no lo pudieron defender los trabajadores, porque no tenían organización alguna, permaneciendo impasibles ante los dramáticos hechos que sucedían en el país. Al compañero Allende lo defiende la clase trabajadora mejor organizada de Latinoamérica, vigorosa, disciplinada, decidida y combativa. Con los trabajadores tendrán que vérselas los traidores y vamos a ver ahora de qué culín sale sangre.

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