Nancagua es una ciudad de la provincia de Colchagua.
Surgió espontáneamente, al igual que la mayoría de los actuales pueblos de la zona, a partir de inquilinos y hacendados. En 1787 vivían 2.082 personas en el lugar. El Diccionario Geográfico de 1899 dice: “Villa del departamento de San Fernando. Está en los 34º 40′ Lat. v 71º 17′ Lon. en medio de feraces y bien cultivados campos de la ribera austral ó izquierda del Tinguiririca á 26 kilómetros al SO. de su capital la ciudad de San Fernando y 17 hacia el E. de Palmilla, estación del ferrocarril que las comunica entre sí; tiene también inmediatos los caseríos de Manantiales y Placilla. La pueblan 848 habitantes asentados en general en una calle prolongada de E. á O., y en otras cortas transversales, dejando al centro una plazuela, en cuyo costado sur se halla su iglesia. Posee dos escuelas gratuitas, ofícinas de registro civil, de correo y telégrafo y una estación de ferrocarril. Es asiento asimismo de municipio, cuyo territorio comprende la subdelegacion de su nombre y la de Cunaco. Su establecimiento principió á efectuarse poco antes del 5 de febrero de 1770, en que se instaló su iglesia parroquial, con un distrito desmembrado de la de San José de Toro á la parte del sur. Se le ha concedido el título de villa por decreto de 31 de marzo de 1871″.
Como aldea, en 1829 vivió uno de sus momentos más relevantes cuando la Asamblea Provincial de Colchagua, en el contexto de la Constitución federal, se instala y funciona en Nancagua. En 1871 el Gobierno le otorga el título de villa. En 1894 comienza a funcionar su municipalidad.
Siete periódicos se han publicado en la localidad: El Planeta, un boletín municipal, El Moscardón, El Siglo XX, El Brujo, El Despertar, La Voz de Nancagua y El Nancagüino. Todos tuvieron corta vida.
El Planeta de Nancagua es, quizás, una de las publicaciones más extrañas que hayan circulado por Colchagua. Con solo dos páginas de extensión, y al parecer sólo dos ediciones, apareció por primera vez el 24 de mayo de 1896. Hizo gala de una impresión casi rústica, cosa que su propio editor reconoce: “Les avisamos a…
