Nos encontramos en plena fiesta criolla. San Fernando luce sus mejores galas colchagüinas en este rodeo a la chilena, donde se encuentran los huasos más renombrados del país, participando en el torneo más genuino y más autóctono.

La organización, como todos los años, ha sido perfecta. Nuestro rodeo se da el lujo, además de las corridas a la chilena, de presentar una gran exposición ganadera, agrícola e industrial que muestra, además del progreso de nuestra provincia, el pulso del progreso de toda la nación. Y como si esto fuera poco, organiza un concurso hípico que acapara mucho entusiasmo y fervor de parte del público. Todas las instituciones de beneficencia social, como los rotarios, los leones, los bomberos trabajan activamente para lograr darle más brillo a la fiesta y, junto con eso, lograr fondos con que llevar a cabo la labor de caridad que realizan todo el año.

No es que seamos inconformistas, pero creemos que a este rodeo nuestro siempre le falta algo. Hablando sinceramente no es todo lo popular que quisiéramos. No pedimos que se hagan fondas y ramadas como en Curicó, que no son otra cosa que chincheles callampas donde sólo se toma vino a destajo. Es algo más importante lo que falta.

Nuestro rodeo es una fiesta de exaltación folclórica extraordinaria y, por ende, una manifestación popular que fundamentalmente no se cumple. Faltan, por ejemplo, carreras a la chilena, que son una expresión genuina de nuestro huaso. Hace falta un gran concurso de cuecas para todo participante, con un premio gigante, lo que despertaría inquietudes por nuestro baile nacional tan dejado de mano.

Con respecto a esto del concurso de cuecas, se podría realizar en la misma pista donde se realiza el concurso hípico, donde se levantaría un gran escenario. ¡Cuánto ganaría nuestro folclor si diéramos un aliciente a los que gustan de nuestro baile típico! Y hacen falta muchas otras cosas que transformen a nuestra máxima fiesta criolla en una expresión netamente popular.

No es extraño ver a la gente de nuestro pueblo, a la gente modesta, dar vueltas de aquí para allá sin atreverse a intervenir en forma amplia en esta fiesta. Se refugia en el Rancho Alegre o en El Zorzal, en las galerías de la medialuna que se llenan en un dos por tres y nada más. Dediquemos al pueblo más atracciones y así tendremos mayor justicia aún en denominar al rodeo de San Fernando como el mejor rodeo de Chile.

Esto no significa que lo que se hace sea mal hecho. No, por el contrario, todo está muy bien. Denota esfuerzo, sacrificio y amor por hacer las cosas bien. Pero insistimos en que se le debe dar una aspecto más popular aún a la fiesta criolla. Para empezar, exaltar nuestro baile nacional en grandes concursos como los que se hacían en el Caupolicán de Santiago con danzas foráneas. Un buen premio, digamos unos cien o doscientos mil pesos a la mejor pareja, sería un aliciente formidable con que darle auge a la cueca en esta provincia, que es la más huasa de Chile.

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