El domingo pasado vimos a niñitos enfermos con la guerra civil. Se pasearon impunemente por las calles céntricas de San Fernando, disfrazados de guerreros con botas, con casacas blancas, cascos y palos y linchacos. Con voces de mando se movieron como Pedro por su casa y entraron al Teatro Central para avisar al mono mayor.

Estos son los que piden democracia y libertad. Son precisamente los que gritan “Chile es y será un país en libertad”. Son exactamente los que se aprovechan de nuestra libertad para atentar contra ella y hacer prevalecer por la fuerza, la sangre y la violencia, sus puntos de vista.

Pero, ¿por qué desean la guerra civil? Porque saben que el camino al socialismo nos lleva a terminar con la explotación del hombre por el hombre, en donde ellos no tendrán cabida porque ellos representan a los explotadores.

Quieren la guerra civil y se preparan como fieras para desatarla porque este Gobierno popular camina al socialismo, en donde los ricos tendrán que destacar por lo que hacen y no por lo que tienen. Y en ese terreno están perdidos. Ellos sólo saben hacer la pillería para vivir regaladamente, mientras las mayorías se hambrean por su culpa.

Quieren la guerra civil para evitar llegar al socialismo, que no les permitirá las granjerías de que siempre han gozado: buena comida, buenos autos de lujo, viajes al extranjero, universidad, mansiones fabulosas, joyas y demases que ahora mantienen gracias al hambre y al trabajo de sus semejantes.

A ellos no les importan los dramas de las mayorías. Con tal de continuar con la teta, prefieren consumir al proletariado con la cesantía, el analfabetismo, la tuberculosis, la muerte masiva de niños por raquitismo, etc.

Ellos están con el pasado ignominioso que hundió en el subdesarrollo a Chile. No están con la nueva patria para todos. Están con su propio bolsillo que es la única patria que ellos reconocen.

Se preparan a matar y asesinar. Se lo juegan todo a una carta, porque ya no les queda otra alternativa. Olvidan, si, que las fuerzas del pueblo están intactas y que cuando llegue el momento los vamos a reducir a la más mínima expresión. Los pobres no tenemos nada que perder, porque nada tenemos que perder, porque nada tenemos. Ellos sí, podrán perderlo todo de un solo sacudón. Por eso ¡venceremos y no dejaremos pasar a estos fascistas que están con la muerte! Nosotros estamos con la vida.

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