En ediciones pasadas, El Guerrillero ha destacado con letras gruesas anormalidades de carácter fundamental en el desenvolvimiento normal de las actividades públicas. Tal como ya se ha dicho, nuestra representación parlamentaria sólo se moviliza con una brújula exclusivamente política que no les permite ver más allá de sus narices.

Jamás una representación parlamentaria ha arriado sus banderas partidistas para unirse en un férreo bloque para elaborar, aunque fuera, un plan de acción que tocara los puntos álgidos de nuestros problemas.

El asunto de las expropiaciones para levantar nuevas y modernas poblaciones en San Fernando nunca ha sido tratado como una solución efectiva para enfrentar varonilmente el serio y grave problema habitacional.

Si cualquier diputado o senador se hubiese tomado la molestia de recorrer pacientemente los barrios populares de esta ciudad habría comprendido que no es posible que una capital de provincia siga manteniendo manzanas y manzanas con tres o cuatro casas viejas, anti-higiénicas e insalubres. Y esto cuando se ha sabido, por fuentes oficiales, que no se construyen más poblaciones por no existir en San Fernando terrenos fiscales donde levantarlas. Tal impedimento obliga que cada casa albergue dos o tres familias. Es común que los matrimonios modestos tengan que residir permanentemente en una sola habitación, pese a que cada año reciben la visita impostergable de la cigüeña.

No consideramos valedero el que se esgrima como impedimento el costo del terreno. En una manzana pueden caber más de cincuenta casas que pueden repartirse el valor del sitio. Por lo demás, las tasaciones de lugares eriazos y abandonados por más de dos siglos no pueden ser altas.

Es que hace falta una acción conjunta de nuestros poderes parlamentarios. Hace falta que se preocupen más de los intereses colectivos que de sus amigos. Hace falta aplacar los apetitos políticos para que San Fernando progrese y se ponga a la altura de las demás ciudades del país.

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