Se ha dicho, con justa razón, que el Deportivo Colchagua está atravesando por un período de crisis agudo. Sobre la materia hay diferentes opiniones que rezan más o menos así: “el equipo es malo, por eso pierde”; lo que pasa es que el entrenador no es capaz”; “falta plata”, “la defensa es buena, pero falta delantera”; “un asesor técnico para Casartelli”; “la vida íntima de los jugadores deja mucho que desear”; “hay peleas entre ellos”; etc., etc.

¿Son estos los motivos de la crisis? No, de ninguna manera. Expliquémosnos desde el principio.

Hay que decir bien claro, antes que nada, que la participación de la provincia en la competencia de la División de Ascenso es artificial. Artificial porque no ha existido ningún proceso positivo en el deporte que nos permita decir que el fútbol colchagüino ya se encuentra a punto para medirse con lo mejor de las provincias. No. El entusiasmo de unos pocos arregló la cosa de tal manera que la incorporación al ascenso pareciera normal, pero aquí no hubo jamás entusiasmo por el fútbol local, incluso en partidos inter-ciudades no asistían más de 300 o 500 personas. Jamás preparamos niños ni jóvenes para confrontaciones como las del ascenso. Ni siquiera teníamos un estadio con capacidad para más de tres mil personas.

Así, artificialmente, San Fernando y luego Colchagua entraron al ascenso. Unos cuantos quijotes con unos cuantos pesos, contratación de elementos foráneos y se hizo un equipo. Pero ya estamos montados en el macho y la falta de base hay que suplirla con lo único que debe hacerse: incorporar a la provincia al fútbol. Esto no se ha hecho nunca, por eso el deportivo anda con un franco tardío.

Si los jugadores, sicológicamente, se sienten representantes de una provincia que palpita y delira por el fútbol, la responsabilidad se les meterá en el corazón definitivamente. Pero si estamos 405 pelagatos respaldando al club, seguirán tomando el asunto a la chacota.

Los socios para el club lo solucionan todo: dinero, entusiasmo, respaldo moral, todo lo que se necesita para el triunfo y el éxito.

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