Cuando se lucha por el proceso, se nota, y cuando se atornilla al revés, también se nota. No nos vamos a referir a los eternos momios que todo lo encuentran malo y que hacen cualquier cosa para que todo salga mal. Nos vamos a referir a los que estamos en la chuchoca de una u otra manera, o parece que estuvieran.

Tomemos un caso: Jorge Ibáñez, jefe de Inacap, es de los que atornilla para adelante. Consciente de lo que significa la campaña de la producción y el plan de siembra, organizó un pool de tractores con aquellos operadores que en su organismo se están especializando en manejar los ZT-300 alemanes y los rumanos, y se anda arando la tierra de los campesinos reformados en muchas partes. Para él y esos tractoristas, aplausos cerrados.

Tomemos otro caso: Dinac no camina bien, cojea. Y esto hay que decirlo con mucha claridad: estamos enredados en los papeles, no hay agilidad, no hay audacia, no hay capacidad de decisión. Naturalmente que hay explicaciones, muchas explicaciones, pero no vamos a endulzar la papa de la guagua con explicaciones. El azúcar debe repartirse con habilidad y con talento, al igual que cualquier otro artículo que esté en crisis. No podemos hacernos los gansos agarrándonos con dientes y muelas de algunas órdenes internas. A principios de esta semana debió intervenir Carabineros con gases lacrimógenos para tranquilizar los ánimos frente a Dinac, y esto no puede ser. El último Congreso Radical pidió la remoción de Sergio Campos como jefe de Dinac, y Sergio Campos es del Partido Radical. Punto.

Tomemos otro caso: el gavilán Obreque, jefe provincial de Dirinco. Va a una feria libre el miércoles pasado y deja la escoba. La merluza, que estaba siendo vendida por los muñecos a E° 50 el kilo, bajó como por encanto a E° 25. El gavilán andaba con el ceño fruncido. Había un perico vendiendo cortes de género a E° 400, bajaron a E° 90. El gavilán se las trae. Han intentado asesinarlo, lo amenazan. Y el chico, más firme que un peral, parando como puede a las bestias de la especulación, del mercado negro, del acaparamiento, de la negación de venta. Lo verdaderamente alarmante es que no falta un perico encumbrado de la UP que le tire barro públicamente.

Otro caso: ¿qué medalla le colgamos al compañero fantasma que debió haberse sentido el más responsable por los trabajos voluntarios el 27 de mayo? ¿Qué medalla le colgamos si es que no le cuelgan otras cosas?

Hay compañeros y compañeros. Falta un guerrillero como Manuel Rodríguez que se pare en la plazuela y grite: “¡Aún tenemos proceso compañeros!”. Y de ahí para adelante, hacer lo que hemos dicho muchas veces por estas mismas columnas: los tontos para la casa.

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