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Pichilemu y sus alrededores turísticos

De la Enciclopedia Colchagüina
Pichilemu y sus alrededores turísticos
Portada del libro
Autor José Arraño Acevedo
Género Crónicas
Subgénero Historias locales
Tema(s) Pichilemu y alrededores; turismo; memorias personales
Edición original en español
Editorial El Promaucae
Ciudad Pichilemu
País Chile
Fecha de publicación 1999

Pichilemu y sus alrededores turísticos es un libro del comunicador y escritor autodidacta pichilemino José Santos Arraño Acevedo, publicado originalmente en 1999 bajo el sello El Promaucae.[1]

Obra

La primera y única edición del libro estuvo a cargo de la Editora e Impresora El Promaucae, imprimiéndose mil ejemplares en 1999. La composición de los textos correspondió a Cyntia González Maldonado; el diseño de la portada a José Luis Arraño Lizana, hijo del autor; la foto de la portada es de Fernando González Ríos (Fergo); y las fotografías del interior son de Washington Saldías y Arraño. El autor dedica la publicación a su hijo José Luis "por su ayuda en la preparación de este libro".[2]

El libro se inicia con un prólogo del poeta sanfernandino José Vargas Badilla, quien destaca que "la pluma de Arraño Acevedo tiene la virtud y la gracia de maravillarnos con el asombroso conocimiento de su querida tierra, su patria chica. Escribe bien y hay madurez en el estilo".[3] El editor Washington Saldías González destaca en su presentación que el autor "con no poco sacrificio y llevado por su natural deseo de publicar su interesante material literario, estamos presentando su primera obra".[4]

Se inicia con una crónica de Agustín Ross Edwards, incorporando diversos escritos sobre lugares y situaciones desde su propia perspectiva, como el parque Agustín Ross, Infiernillo, la playa La Sirena, Punta de Lobos, las salinas de Cáhuil y las cabritas.[5] Contiene, además, un calendario de efemérides de Pichilemu y un romance de José Vargas.[6]

Comentarios

El poeta José Vargas Badilla escribe en agosto de 1999 en el Diario VI Región que el libro es un "precioso obsequio para todos aquellos que saben justipreciar las incomparables bellezas y el historial del balneario creado por el visionario don Agustín Ross Edwards", continuando: "Son magníficas crónicas de extraordinaria amenidad y calidad literaria. Aún más, crónicas plenas de autóctono colorido". "Este libro, fecundo en crónicas y estampas marinas, nos invita a conocer Pichilemu y sus alrededores turísticos, su historia, su gente y a deambular por sus dilatadas e incontaminadas playas que resumen los salobres olores del mar", concluye el vate colchagüino.[7]

En El Rancagüino de Rancagua dice Mario Noceti Zerega: "El autor pertenece a las rancias familias que constituyen las raíces, escondidas pero firmes y robustas de lo que ha sido la larga, interesante y heroica historai de Pichilemu. Su testimonio recopilado ahora en un hermoso, atractivo y ameno texto, tiene el incalculable valor de aquello que no viene de segunda mano: es la fuente primera y ocular que permite adentrarnos en la confidencia amistosa y verídica, con ribetes anecdóticos, con esa ambrosía prudentemente esparcida a lo largo de una prosa que debemos calificar de precisa, sentida, clara y fluidamente cálida".[6] En el mismo periódico comenta más adelante Sergio Bueno Venegas que el autor "nos ha llevado por tantas esquinas y rincones de este balneario idílico [...]".[8]

Una positiva reseña hace el sanfernandino Enrique Neiman en su columna "Inter nos" en el Diario VI Región, expresando que es "una fotografía a Pichilemu. Solo José Arraño Acevedo podía ser el mejor fotógrafo para mostrar con máquina de escribir, en prosa acertada el historial del balneario, con frases livianas, sin mezclar odiosidades, como él sabe hacerlo, narrar el encanto que fluye de una playa, la mejor de la Sexta Región". "Ha hecho bien José Arraño, gran querendón de su pueblo, en editar este libro, su hijo primero. Ha acumulado méritos para darlo a conocer. Es obra que los colchagüinos apreciaremos hoy y siempre", concluye Neiman.[9]

En El Magallanes de Punta Arenas, Marino Muñoz Lagos dice sobre Pichilemu y sus alrededores turísticos que "ofrece una visión panorámica de sus vecindades de mar y tierra, aire y cielo. Arraño Acevedo tiene la virtud de convencer a los lectores con el encantamiento de sus parajes pichileminos, donde hay bastante que admirar a través de la pluma del escritor".[10]

Carlos René Ibacache I. escribe sobre Arraño en Cauce de Chillán, diciendo que "es evidente que en sus páginas resalta la condición de cronista, labor que por años ha ejercido el autor con gran agilidad, actualidad y dinamismo en muchos diarios de Santiago y provincia". Comenta que "libros como este son muy buenos para todos nosotros, no solo porque estimulan el turismo, si lo vemos por el lado comercial, sino también porque nos enseñan a conocer y valorar lo que tenemos, entregándonos un grado mayor de identidad con lo nuestro, como son nuestros paisajes y nuestras tradiciones, leyendas y creencias".[11]

La poetisa Josefina Acevedo Cuevas, en una columna aparecida en La Prensa de Curicó, plantea que el libro "nos entrega su visión [de Arraño] de tantos lugares hermosos y que él pinta con especial sensibilidad", comparándolo con Óscar Castro Zúñiga, "pues su prosa tiene mucho de poética y nos transporta mágicamente a disfrutar del paisaje y de tantas historias personales y ajenas que son parte de la historia del lugar". Agrega la colchagüina que "todas las personas que conocen Pichilemu debieran leer este libro, y también las que no lo conocen, para descubrir tantos rincones costeros al interior de una provincia que hacen descansar el espíritu y disfrutar del aire todavía puro, y para qué decir de las famosas puestas de sol [...]".[12]

José Flores Leiva comenta en el Diario VI Región en 2001 que Arraño es, junto a Vargas Badilla y Neiman, "uno de los 'tres grandes' de esta zona agrícola, turística por su balneario y su maravillosa geografía".[13] También en ese periódico, dos años más tarde, Mauricio Tapia Fonseca realiza un comentario más bien negativo respecto a la publicación. Contrario a los anteriores reseñadores, quienes han apreciado mayormente la prosa de Arraño Acevedo, Tapia dice que "existe una clara intención valórica de captura del entorno social próximo al autor", "dibuja él su propia historia, la conseguida o la que hubiese deseado como idealismo de un ciudadano pretérito". Añade que "en su indomable amor a su tierra, el frenesí involucrado y comprometido del que relata, dejan ver ciertas omisiones del acontecer social. [...] La realidad que se ofrece al observador-lector es encantadora, llena de ornamentos que facilitan la lectura. Creo que ese deslizarse por la obra viene con la postura del autor, quien aborda la obra como un ofrecimiento al que visita dicho territorio, al turista; luego el lector toma una actitud veraneante-lector. Digo que el veraneante-lector y autor. Posturas de pronto inconsciente pero legítimas por lo demás, interfieren en el legítimo intercambio de la realidad relator-receptor. La lectura de esa realidad, considerando que existe siempre una única realidad y lo que producen las diferencias son los interpretadores de dichos eventos únicos, no manifiesta una problemática histórico social que advierte con todo inicio, con este evento singular, la fundación del balneario, donde intervienen necesidades humanas cruzadas, los diálogos. [...] Por tanto me recomiendo dejarlo".[14]

Referencias

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